Hace un par de semanas me hospedé en uno de los hoteles más lindos y completos del Uruguay: Altos del Arapey, ubicado en la zona termal de Salto que lleva el mismo nombre, en medio de un paraje increíble y con un nivel de servicios de primer mundo.

Este establecimiento, orgullo del Uruguay no solo por su infraestructura sino por su servicio y oferta gastronómica realmente «all inclusive» tiene un solo defecto: solo sirven cerveza Pilsen. Aunque a piacere, tirada y bien fría, es una pena, porque es una decisión comercial que va a contrapelo de las tendencias mundiales del turismo.

¿Si sirven decenas de tragos distintos, y hasta una gran variedad de refrescos, por qué ofrecer una sola cerveza? La diversidad también es imagen país.

La hotelería (u hostelería como dicen los españoles) es el principal canal de consumo de cerveza en España, un país que algo de esto sabe. De acuerdo a un reciente informe elaborado por Cerveceros de España, en ese país se consumen casi 19,8 millones de hectolitros a través de ese canal comercial, cifra que equivale a más de la mitad de toda la cerveza que se consume en España.

Uruguay recibe cada año casi 4 millones de turistas, y la mitad se alojan en hoteles. En 2017, los turistas gastaron US$ 420 millones solo en alojamiento.

En este país, donde cada mes abren nuevas cervecerías, el canal hotelero podría ser una oportunidad para los pequeños productores si es que los empresarios turísticos abren un poco la cabeza y las oportunidades a cervecerías locales, a empresarios artesanales de su localidad, y le agregan valor a la oferta de sus bares y restaurantes.

En el primer trimestre de 2018, según las estadísticas oficiales del Ministerio de Turismo, casi medio millón de turistas se hospedaron en hoteles, hostels, y apart hoteles. Es un número interesante para tres meses. Seguramente es un nicho para explorar, negociar y hacer fuerza para ir rompiendo la «exclusividad» que tanto acota la oferta.

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